
Pedro es hijo de minero. De minero fallecido. Una marca que otorgaba preferencia absoluta a quienes querían seguir los pasos familiares y trabajar en las entrañas de la tierra. «Para mí la mina es todo. Ha dado de comer a mi hermana, a mis sobrinos, a mis hijos…», contaba Pedro sonriendo mientras la lámpara de su casco iluminaba las galerías del Pozo Sotón, un agujero negro abierto en el interior de la montaña asturiana y escondido en la localidad de San Martín del Rey Aurelio. «Para mi madre fue muy duro que yo entrara en la mina. Había perdido a su marido y…», Pedro deja la frase en el aire. No hace falta poner palabras al profundo dolor de las familias que perdieron a quienes en la mina se ganaban el pan. El Pozo Sotón abrió en 1918 y cerró en 2014. Ahora todo es pasado. Conocí a Pedro justo cuando acababa de colgar para siempre el mono, el pico y el rescatador y, junto a otros cinco compañeros, se convertía en guía para mostrar al viajero el corazón y las vísceras de su lugar de trabajo. Esta semana, en la España mínima, mi hueco de radio en las noches de Gente Despierta de RNE, vuelvo a la mina, a su presente. Sólo una sigue activa en España, el asturiano Pozo San Nicolás. El fin del carbón las cerró y algunas, muy pocas, abren al turismo. Convertirse en minero por un día es recuperar la memoria, entender lo que fuimos para comprender lo que somos.
Para bajar al pozo, lleva el cursor hasta el minuto 21:15.
Si tienes ganas de seguir profundizando, te recomiendo leer Hijos del carbón, de Noemí Sabugal, una interesante y completa crónica periodística y literaria del pasado y presente de la minería española.
Y si quieres ponerle cara a Pedro y ver el Pozo Sotón por dentro, pica en este enlace. https://www.rtve.es/play/videos/comando-actualidad/comando-sol-verano-mina/3223578/
Gracias por llegar tan abajo. Hasta la semana que viene.
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